Cuando tenía unos 8 años, solía ir con mis dos hermanos menores al tianguis, era nuestra diversión y nuestra aventura. Y no íbamos con idea de comprar, solo ver y ver cosas que eran bonitas o que quisiéramos tener, un juguete nuevo, unos tenis “chidos”, o unos trastes para nuestra Mamá
Uno de esos domingos de tantos que repetimos esa aventura, nos animamos a comprar una Tostada de Ceviche, juntando lo que traíamos todos, y a penas nos alcanzo para dos tostadas, y rápido nos preparamos para cortarlas en partes iguales.
En eso un señor desde su asiento grito “deles otra tostada, y me la cobra a mi”
No se podrán imaginar la alegria que invadió los tres corazoncitos de esos niños, el saber que cada uno tendría una TOSTADOTA para el solo.
Cuando se iba a ir el señor. Ne acerque a el y le di las gracias con algo de vergüenza y el me dijo, en una voz serena y agachando su mirada para estar a la altura de mi vista, “solo recuerda, cuando tú puedas , ayuda a alguien más ”
Esta es una de mis historias reales, una que muy poquitas veces he contado. Quizá haya algunos errores o omisiones, espero se perdonen pues ya han pasado unos cuantos domingos , desde que asquel buen hombre hizo eso.
Hoy cada que tengo oportunidad, y afortunadamente eso ocurre con frecuencia. Yo sigo diciéndo esas mismas palabras, y al decirlas lo hago con la esperanza de que ese mensaje tan bonito siga compartiéndose.